Por Regina Ardavín Castro
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Índice
1.0 El 24 de agosto, un día importante
Ayer, 24 de agosto, se cumplieron 31 años de la independencia de Ucrania, misma que se ve amenazada por la guerra que enfrenta contra Rusia, en la que se disputa el control de su territorio.
Esta guerra, que ha significado una profunda crisis humanitaria, económica y geopolítica, fue detonada hace seis meses, el 24 de febrero, y hasta ahora, le ha costado la vida a 5,600 civiles y 9,000 soldados ucranianos, a entre 15,000 y 20,000 rusos, y ha obligado a aproximadamente 12 millones de ucranianos a desplazarse.
2.0 Un breve resumen de los hechos…
2.1 ¿Qué pasó y cuál es el origen de este conflicto?
Como bien mencionó Charles Michel, presidente del Consejo Europeo en el foro “The 2nd Crimea Platform Summit”, el 23 de agosto, la agresión de Rusia contra Ucrania no empezó en febrero de este año, sino en 2014, cuando anexó ilegalmente a Crimea a su territorio, generando un conflicto internacional con Occidente que no se veía desde la Guerra Fría.
Dicha invasión, fue justificada por Rusia bajo la premisa de que Crimea históricamente es parte del territorio ruso. En algún punto de la historia esa afirmación fue cierta, ya que en 1654 se firmó el Tratado de Pereyáslav, en el cual Crimea fue anexado al territorio del Imperio Ruso.
No obstante, 300 años después de la firma de dicho tratado, Nikita Khrushchev le cedió el territorio de Crimea a Ucrania, en conmemoración del cumplimiento de tres siglos desde la adhesión del territorio a Rusia.
Por otro lado, en 1991, después de la independencia de Ucrania, Crimea se mantuvo como parte de ésta, pero Rusia se quedó con el control de una base naval en la región, en Sebastopol.
Finalmente, en 1994, en el Memorando de Budapest, Rusia acordó con Estados Unidos y con el Reino Unido respetar las fronteras con Ucrania, a cambio de que ésta transfiriera sus armas nucleares de la era soviética a Rusia. Este acuerdo fue violado por Rusia en 2014, con la invasión de Crimea y de nuevo, el 24 de febrero de este año.
La causa final que detonó el conflicto de este febrero, fue que el presidente Vladimir Putin declaró las áreas de Donetsk y Luhansk como entidades “independientes” de Ucrania, por lo cual envió tropas rusas a dichas áreas, comenzando la agresión militar. En dicho contexto, cabe mencionar que, en noviembre de 2021, Rusia ya tenía más tropas militares en la frontera de Ucrania que en cualquier otro momento desde el 2014.
Además de Donetsk y Luhansk, en marzo de este año, Rusia enfocó sus esfuerzos a Donbas, el corazón industrial del este de Ucrania, donde desde el 2014, separatistas respaldados por Rusia llevaban años luchando contra el gobierno ucraniano. Los ataques rusos a esta área devastaron la región.
Más allá de las razones idiosincráticas de la invasión rusa, que están ligadas a una “vocación imperialista” que continúa sosteniendo el gobierno de Putin, hay razones económicas que sustentan la búsqueda del poder sobre Crimea y Ucrania. Éstas son principalmente un mayor control en el suministro de gas y más presencia en el Medio Oriente.
Por el lado de Ucrania, Mariupol se convirtió en el símbolo de la resistencia, aunque en mayo cayó en manos de los rusos, dejando la ciudad en ruinas. Vale la pena mencionar que, a pesar de diversos ataques rusos a las bases aéreas de Ucrania, Rusia no ha podido ganar control total del espacio aéreo, lo cual le ha causado grandes pérdidas.
2.2 ¿Cómo se ha desenvuelto el conflicto en los últimos meses?
Como menciona el medio Deutsche Welle, desde marzo, el ejército ruso tiene ocupada la mayor central nuclear de Europa, en Zaporizhzhya, al sur de Ucrania. Ésta ha sido bombardeada repetidamente desde hace un mes aproximadamente.
Este contexto ha generado una gran preocupación en la comunidad internacional, no sólo porque pone en riesgo la seguridad nuclear, sino por el uso de centrales nucleares como objetivos militares. Cabe mencionar que, evidentemente, estas conductas violan el derecho internacional que, en este caso, se materializa en el Primer Protocolo del Convenio de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, de 1977.
En respuesta a esta situación, el 21 de agosto, el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro británico Boris Johnson y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidieron de manera conjunta que una misión de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) visite la central nuclear urgentemente, con el fin de determinar el estado de los sistemas de seguridad. Finalmente, hace unas horas, la central nuclear de Zaporizhzhia fue desconectada temporalmente, debido a daños por incendio en una línea de transmisión, causando un apagón en toda la región y en medio del temor de una catástrofe nuclear.
En otro aspecto, Rusia ha atacado la infraestructura de Ucrania y sus plantíos, además de bloquear 20 millones de toneladas de cereales para exportación, poniendo en riesgo el abastecimiento alimentario de millones de personas.
En ese contexto, es necesario destacar que Ucrania es el primer exportador mundial de semillas de girasol (50% de la producción mundial), el tercero en cebada (18% mundial), el cuarto en maíz (16%), y el quinto en trigo (12%), abasteciendo principalmente a 750 millones de personas en países de África y el Medio Oriente, que dependen en 50% de estas exportaciones.
Los efectos de la guerra en este ámbito han tenido, entre sus consecuencias, disminuciones del 57% en la exportación de maíz, 60% en la exportación de semillas de girasol y 95% en la exportación de trigo. Esto ha alterado las cadenas de suministro globales, generando dos retos principales a nivel mundial: la seguridad alimentaria y el aumento de precios de los alimentos.
Por otro lado, no menos importante, durante los últimos meses Rusia ha utilizado a Crimea como un puente estratégico para invadir y atacar con misiles otras partes de Ucrania. Asimismo, ha utilizado dicha península para deportar a ciudadanos ucranianos a campos de filtración, en los que se reporta que ha habido abusos y tortura, según información presentada recientemente por el presidente del Consejo Europeo.
3.0 ¿Cuál ha sido la respuesta internacional ante el conflicto?
3.1 Las sanciones hacia Rusia
Inmediatamente después de la invasión de Rusia a Donetsk y Luhansk, la Unión Europea emitió una serie de restricciones contra los miembros del gobierno ruso. Dichas restricciones han ido incrementándose desde febrero, y han buscado limitar el acceso de recursos para gobierno ruso, dejando fuera de las sanciones áreas estratégicas para la supervivencia de la población rusa.
Entre los sectores contemplados en las restricciones, se incluye el sector financiero, el energético, el de transportes, productos de doble uso (civil y militar), control y financiamiento a exportaciones y políticas de visado, además de restricciones a individuos específicos, que han jugado un papel relevante en las decisiones por parte de Rusia. Hasta ahora, 1212 personas y 108 entidades han sido sancionadas.
De forma más concreta, en el aspecto financiero, el 2 de marzo la Unión Europea excluyó a siete bancos rusos del SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), desconectándolos del sistema financiero internacional y quitándoles la posibilidad de operar globalmente. En esa línea, el 70% de los activos del sistema bancario ruso, incluyendo los activos del gobierno y de empresas estatales, ya no pueden ser refinanciados en el mercado de capital de la Unión Europea.
En el rubro energético, según el Consejo de la Unión Europea, en la eurozona se prohibió la venta, oferta, transferencia o exportación hacia Rusia, de bienes y tecnologías para la refinación del petróleo, con el fin de imposibilitar que genere mejoras en sus refinerías.
Asimismo, según la Comisión Europea, se prohibieron tanto la importación del carbón en todas sus formas de Rusia a la UE, como la importación de petróleo crudo transportado por mar y productos derivados del mismo. Esto va a representar para Rusia una pérdida de ingresos anual de 8 mil millones de euros.
También se prohibió generar inversión nueva en el sector energético en Rusia, con excepción de energía nuclear para uso civil y el transporte de algunos productos energéticos que regresan a la Unión Europea. En total, las prohibiciones al sector energético constituyen el 90% de las importaciones de petróleo ruso hacia la UE.
El sector energético es especialmente importante porque Rusia constituye el primer proveedor de energías fósiles para la UE (43% del gas natural importado en 2020). Por esa razón, en marzo de este año se inició el proceso para disminuir la dependencia de la eurozona hacia Rusia.
Con ese objetivo en mente, los líderes del Consejo Europeo han decidido que, para el final del 2022, se prohibirá el 90% de las importaciones de petróleo ruso. También se prevé que los miembros de la UE aseguren que sus instalaciones de almacenamiento de gas estén llenas a una capacidad del 80% antes del invierno de este año y en 90% para los inviernos siguientes. En conjunto, sus miembros buscarán tener sus reservas de gas al 85% de capacidad en 2022.
En el sector de transporte, entre otras cosas, se prohibieron exportaciones, ventas, oferta y transferencias de aeronaves y de sus partes hacia Rusia. En ese sentido, tres cuartas partes de los aviones comerciales de Rusia se fabricaron en la Unión Europea, por lo que con estas prohibiciones, será difícil que el Kremlin mantenga sus aviones actualizados conforme a los estándares internacionales.
En materia de bienes de doble uso y tecnologías avanzadas, se aumentaron los controles a las exportaciones de estos bienes, limitando el acceso a Rusia de drones y sus softwares, software para encriptación, semiconductores y electrónicos avanzados, químicos que podrían usarse para armas químicas, etc.
Por otro lado, en el aspecto comercial, la Unión Europea, en conjunto con los países miembros del G7, han dejado de tratar a Rusia bajo los términos de “nación más favorecida”, según los estándares de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo cual le quita a Rusia todas las ventajas en términos comerciales internacionales. En ese sentido, las prohibiciones a las exportaciones hacia Rusia representan en total 24 mil millones de euros, lo que equivale al 28% del valor de las exportaciones de la Unión Europea a los rusos, medidas antes de que iniciara la invasión a Ucrania.
Por último, con el fin de evitar la propagación de desinformación, se suspendió la transmisión de diversos medios de comunicación rusos en la eurozona, no sólo a través de la televisión, sino también en plataformas digitales, sitios web y apps.
Según el Banco Mundial, se prevé que el impacto de toda las sanciones represente un serio efecto económico para Rusia. Se estima que su PIB disminuirá en 11%, lo cual su caída más grande desde el fin de la Unión Soviética. De manera más precisa, sus importaciones disminuirán en 35.2% respecto al 2021, mientras que sus exportaciones disminuirán en 30.9%, también respecto al año anterior. Asimismo, se espera un aumento en su inflación en 2022, llegando a 22%.
3.2 El apoyo hacia Ucrania
Así como la Unión Europea y otros países han respondido a la guerra con fuertes sanciones y prohibiciones contra Rusia, la ayuda económica y humanitaria hacia Ucrania no se ha hecho esperar.
En cuestión humanitaria, el Consejo Europeo adoptó una regulación para asegurar que los miembros de la eurozona que reciban a refugiados ucranianos, tengan los recursos suficientes para cubrir sus necesidades, incluyendo el acceso a una casa, salud y educación. Ésta se denomina Cohesion Action for Refugees in Europe y cuenta con un total de 17 mil millones de euros disponibles.
Asimismo, la Comisión Europea y el gobierno ucraniano han firmado un acuerdo en el que se asocia a Ucrania al programa EU4Health, con el cual, recibirá acceso a financiamiento de la Unión Europea en el rubro de salud. Esto permitirá que el país responda de manera inmediata a sus necesidades en esta materia y que pueda recuperarse a largo plazo. El presupuesto de este programa representa más de cinco mil millones de euros hasta el 2027.
En materia militar, el Consejo Europeo ha incrementado sustancialmente el fondeo a las fuerzas armadas de Ucrania, bajo el denominado European Peace Facility, cuyo monto en ese momento pasó de 500 millones de euros a más de dos mil millones de euros. Dicho fondo tiene el objetivo de aumentar las capacidades y la resiliencia militar ucraniana, para que ésta pueda defender la integridad y soberanía de su territorio y proteger a la población civil. Este apoyo representa sólo el inicio de un paquete de políticas financieras que ayudarán a los ucranianos por un total de 9 mil millones de euros.
Por otro lado, Estados Unidos también ha intervenido en este rubro. El 19 de agosto, Joe Biden autorizó al Secretario de Estado de EE. UU. redestinar 775 millones de dólares en artículos y servicios de defensa del Departamento de Defensa, con el fin de asistir a Ucrania en cuestión de educación y capacitación militar.
En cuestión política, el 17 de junio, se publicó la declaración de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, respecto a la opinión de la Comisión en cuanto a la aplicación de Ucrania para formar parte de la Unión Europea. En este sentido, la Comisión consideró que dicho país sí cumple con los requisitos para formar parte de la Unión.
Algunas de las razones que expuso Von der Leyen, fueron que Ucrania ha demostrado su determinación para estar a la altura de los estándares de la UE; previo a la guerra, el país implementó el 70% de los requerimientos necesarios para formar parte de la Unión, robusteció su democracia presidencial-parlamentaria, descentralizó las funciones de su administración pública, además de tener un sistema electoral justo y libre, desarrollar su sistema educativo y su infraestructura digital y, en materia económica, mantener un nivel de déficit y de deuda pública sanos (con criterios previos a la guerra)
En el ámbito comercial, el Consejo Europeo decidió suspender los impuestos a las importaciones ucranianas por un año. En este aspecto, también se firmó un acuerdo en Estambul el 22 de julio, en el que la ONU y Turquía fueron mediadores, con el fin de movilizar las exportaciones de granos de Ucrania, que fueron bloqueadas por barcos rusos. Según menciona el medio Deutsche Welle, más de 600.000 toneladas de granos han ingresado al mercado internacional.
Por último, en materia de coordinación internacional, ha habido una respuesta global para atender los retos respecto a la seguridad alimentaria. Algunas de las iniciativas son “The International Food and Agriculture Resilience Mission” (FARM), The United Nations Global Crisis Response Group y The Global Alliance for Food Security (GAFS), iniciativa liderada por el G7.
De manera más específica, los miembros del G7 han contribuido con 2,600 millones de euros en ayuda humanitaria, y tienen previsto proveer otros 28 mil millones de euros de ayuda presupuestaria.
4.0 El presente y el futuro
Determinar si la ayuda que ha recibido Ucrania es suficiente o no, o si está respaldada por intereses económicos y geopolíticos particulares, queda en segundo plano frente a una situación que exige una actuación rápida y contundente, en el marco de una guerra cuyo fin no se ve cerca.
En esa línea, el día de ayer, en el que se conmemoró el 31 aniversario de la independencia de Ucrania, Estados Unidos anunció un apoyo adicional de 2,980 millones de dólares para armas y equipo militar, que será otorgado mediante la Iniciativa Ukraine Security Assistance.
Las expectativas de qué se puede esperar a corto, mediano y largo plazo están sujetas al constante cambio del panorama, que, como se dice en inglés, se actualiza “by the hour”. Sin embargo, sí se puede vislumbrar un escenario complejo para Ucrania, el principal afectado, para la Unión Europea, especialmente en los precios de la energía por su dependencia hacia Rusia en esta materia, y para el mundo, debido a la importancia que tienen las exportaciones de granos ucranianos para las cadenas de valor globales en cuestión alimentaria.
En cuanto a la perspectiva de Rusia, ayer el ministro de Defensa ruso, Sergey Shoigu, declaró que las fuerzas rusas están disminuyendo el paso de sus operaciones ofensivas en Ucrania, aunque sus objetivos no han cambiado. Cabe destacar que, en los últimos 39 días, las fuerzas rusas han perdido el control de un área equivalente al tamaño de Dinamarca, mientras que han ganado terreno equivalente al área de Andorra, es decir, han ganado un 1% respecto a lo que han perdido. No obstante, a la fecha Rusia controla aproximadamente el 20% del territorio ucraniano.
Por otro lado, como menciona The Economist, “las crisis tienen el potencial de generar unión dentro de la eurozona, pero también pueden crear división en un momento dado. La respuesta de Europa respecto a la guerra ha sido unificada: refugio a quien lo ha necesitado, apoyo moral para Ucrania como candidato a formar parte de la UE y sanciones hacia Rusia”. Sin embargo, entre más se prolonguen los efectos de la guerra y más se resientan por los ciudadanos europeos, la capacidad de apoyo a Ucrania se podría ver disminuida, debido a que los demás países también tienen sus propios problemas, y los recursos disponibles para apoyar a Ucrania no son infinitos.
Eventualmente, el costo de oportunidad de continuar en la guerra se hará evidente y será cada vez mayor, tanto para Ucrania y sus países allegados, como para Rusia. Mientras tanto, la cuestión principal estará en cómo administrar la energía y recursos disponibles para sostener los esfuerzos y la resistencia durante un periodo de tiempo que, actualmente, es incierto.
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