Ser político, ¿Qué te ha dejado esta año? A pesar de las dificultades, retos y adversidades, hay muchos aprendizajes que podemos sacar, tanto en lo individual, como en lo colectivo. Hablemos de algunos de ellos.
-Regina Ardavín Castro
Este año nos dio una sacudida en muchos sentidos. En el personal, en lo profesional, en cada ámbito de nuestra vida. Pero también sacudió a las naciones… Cada país se tuvo que enfrentar con sus propios demonios.
La pandemia resultó ser como la apertura de una caja de Pandora, para bien y para mal. Sacó a relucir los problemas globales, regionales, de cada país, de las familias y de cada individuo, como pocas veces se ha visto.
Más allá de lamentarnos por un año que representó muchas pérdidas, vale la pena reflexionar qué podemos sacar de ellas, para trascender los sucesos que han significado un parteaguas en el mundo, en nuestro país y en nuestras vidas.
Lección n.1: La pandemia sólo es la punta del iceberg.
Pensar que la pandemia es la raíz de los problemas que enfrentamos actualmente, es intentar tapar el sol con un dedo.
Claro, la crisis sanitaria que vivimos potencializó todos los demás problemas, y trajo como consecuencia una crisis económica sin precedentes y una crisis política y social para muchos países. Pero la palabra clave es “potencializó”. Los problemas ya existían, y el Covid-19 nos demostró qué clase de infraestructura institucional tiene cada país.
Los países que mejor han manejado la crisis, tienen estadistas en el poder, no políticos que no ven más allá de la siguiente elección.
Los países, que como México, tenemos instituciones débiles, un Estado de Derecho bastante disfuncional en la práctica, y políticos con una capacidad de toma de decisiones asertivas cuestionable, estamos viviendo las consecuencias de las malas decisiones de nuestros pasados y presentes dirigentes.
Lección n.2: Para salir de esta crisis, hay que atender los problemas de raíz.
Siguiendo un poco con la primera lección, ya estamos sumidos en un problema que abarca todos los aspectos que podríamos imaginar: sanitario, económico, político, de seguridad, comercial, ambiental, etc. Eso ya es un hecho, no estamos en la etapa de prevención de los problemas, estamos en la etapa de contención y resolución de los mismos.
Esta realidad nos deja mucho que desear, pero representa una oportunidad: la de reconstruir nuevos cimientos para crear un mejor país y un mejor mundo.
En el caso particular de México, hay mucho trabajo por hacer, pero demorar sólo va a agravar la situación y los problemas que ya enfrentamos.
Para nuestro país, es fundamental cambiar a una visión de largo plazo. Si no se tienen miras a un futuro lejano, se toman decisiones deficientes que tapan las raíces de los problemas.
Se debe tener un proyecto de país a 20, 50, 100 años, de quiénes queremos ser y cómo queremos estar posicionados en el mundo. Y con base en eso, tomar las decisiones pertinentes: reformar el sistema educativo, poniendo a los estudiantes y la calidad educativa como eje central; reformar el sistema de salud, modernizándolo y creando las condiciones para un sistema de salud universal, de calidad de excelencia para quienes lo reciban. Se debe fortalecer el Estado de Derecho, con instituciones más transparentes, respetando la división de poderes y los organismos autónomos.
Se debe reforzar la seguridad pública, cuya falta de la misma ha mermado la sociedad de manera irreparable, con el costo de incontables vidas inocentes.
Sé que la resolución de estos problemas parece imposible, y más con un gobierno que no acepta sus errores y que no está abierto a escuchar opciones, pero si no se trabaja en todos estos aspectos de manera integral, México fracasará en recuperarse de esta crisis y comprometerá a sus generaciones futuras.
Lección n. 3: Todos tenemos una corresponsabilidad en salir de la crisis.
Sí, es cierto que el gobierno tiene un papel insustituible, y que si él no hace su trabajo, el esfuerzo del sector privado y de la sociedad civil, no será suficiente para salir adelante.
Pero no podemos echarle la bolita sólo a los gobiernos. Cada uno somos corresponsables de la situación sanitaria, con las acciones que tomamos. A lo mejor pensamos que no podemos hacer mucho, pero si tenemos el privilegio de poder trabajar desde nuestras casas y no salir, debemos de hacerlo.
Hemos subestimado el poder individual de cada uno, pensando que nuestras acciones impactan poco o nada, a los demás. Sin embargo, las cifras muestran lo contrario.
¿Cuántas muertes podrían haberse evitado, si todos fuéramos más responsables? El egoísmo que hemos tenido individualmente, ha tenido un costo social altísimo, vidas perdidas, que no sólo son cifras, sino nombres con apellido e historia, con familia, con sueños que no se podrán cumplir y metas que no se realizarán.
Esta pandemia ha demostrado que todos dependemos unos de otros, no hay más. No sólo en lo sanitario y en los contagios, sino en lo económico, en los trabajos, en las cadenas de valor, etc. No podemos subsistir unos sin nos otros, lo cual demuestra que somos inherentemente sociales, y que sólo trabajando como equipo, vamos a salir adelante.
Lección n.4: La pandemia nos ha mostrado lo realmente importante.
En estas épocas festivas, en las que normalmente vemos a muchísima gente, la situación nos obliga a celebrar con nuestro núcleo más cercano, y nos permite darnos cuenta de lo realmente importante.
Este año, no importa si recibimos regalos, si nos vamos de viaje, si nos compramos un coche nuevo o algo de marca. Desde mi punto de vista, si hemos aprendido de esta situación, deberíamos saber distinguir qué es lo realmente esencial, y qué cosas son banalidades o cosas extras que no nos hacen realmente felices.
Hoy lo que más importa es tener a nuestra familia completa, con salud, con trabajo. Hoy tener un techo sobre nosotros y un plato de comida caliente con las personas que más queremos alrededor, es un lujo que muchos no pueden darse.
Esta situación nos regresa a lo importante y trascendental, y nos muestra la relevancia de ver también por los demás, ya que muchos no han sido afortunados durante este 2020.
Lección n.5: Podemos cambiar y hacer las cosas mejor.
Más allá de si nuestro gobierno decide hacer las cosas bien o no, o de si el resto de las personas decide aprovechar esta situación para cambiar y mejorar, está en cada uno decidir qué queremos sacar de esto.
Este año sin duda no ha sido fácil en ningún sentido: ni para los negocios, ni para la economía, ni para la salud, ni emocional y psicológicamente con el encierro y las noticias que vemos diario. Pero hay que seguir con la frente en alto.
Es un momento excelente para evaluar qué hemos hecho, quiénes hemos sido y quiénes queremos ser, teniendo en cuenta que estamos interconectados y que nuestras acciones, impactan a los demás y viceversa.
El 2021 está a menos de tres días. Podemos sentirnos ansiosos, porque para el 2020 había muchas expectativas que no se cumplieron, y muchos golpes duros que no se veían venir. Pero a ti y a mí, sólo nos queda agradecer por lo que todavía tenemos, empezando por la oportunidad de seguir viviendo, y tener la disposición de dar todo de nosotros el siguiente año, con las altas y bajas que se presenten en el camino.
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