Independientemente de la opinión personal que tú o yo tengamos respecto al aborto, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación votaron por unanimidad a favor de su despenalización.
Como consecuencia, mis redes sociales están inundadas de festejos virtuales de quienes apoyan la moción, mientras existe un silencio casi sepulcral de quienes se oponen al aborto.
Pero, ¿realmente se debería estar festejando? Lo que es seguro es que se debería de estar informando, con el fin de que el aborto, por más que no esté penalizado, sea la última opción para una mujer embarazada, y no la primera.
- Regina Ardavín Castro
No dudo que abortar es una decisión sumamente personal y difícil para una mujer, y no juzgo a las mujeres que lo han hecho porque no sé cuáles son sus circunstancias. Algunas mujeres tal vez decidan abortar como consecuencia de un embarazo derivado de su actividad sexual consentida, pero muchas otras acuden a esta decisión después de quedar embarazadas por una situación de abuso sexual, incluso intrafamiliar.
Debido a que es muy fácil opinar desde la comodidad de un seno familiar donde siempre se me ha cuidado y respetado, no me corresponde condenar con mi opinión a mujeres con situaciones que difieren totalmente de la mía, ya que yo no sé lo que es estar embarazada siendo adolescente, o lo que es tener que pensar en abortar por sufrir abuso, ya sea de un desconocido o un familiar, o lo que es tener miedo de estar embarazada accidentalmente porque mi familia me vaya a dar la espalda.
Pero, no juzgar a las mujeres que por una razón u otra deciden abortar, es distinto de consentir el acto y promoverlo, ya que abortar no es una decisión positiva, y en los casos en que se cree que es una buena solución, probablemente se utilice como una herramienta para salir de otro problema grave, como la violación.
En estos casos, en que el embarazo surge como consecuencia de otro problema que atenta contra la mujer, abortar previene que el bebé que fue concebido sin consentimiento de ambas partes nazca, pero no resuelve el problema que originó el embarazo en un principio.
¿Por qué no enfocarnos en educar a las mujeres para que sepan qué es una violación, por qué está mal y qué hacer en caso de que sufran de una, con el fin de aumentar las denuncias? ¿Por qué no exigir a las autoridades correspondientes que se juzgue y se castigue adecuadamente a quienes son denunciados por delitos como éste, con el fin de que cada vez haya menos impunidad respecto a este tema, y como consecuencia haya menos incentivos a violar? ¿Por qué no educar a los niños para que aprendan a romper con los patrones de violencia normalizada que viven, y que aprendan a respetar a las mujeres en todas las circunstancias?
¿Por qué no crear más espacios de educación sexual responsable? ¿Por qué no buscar crear mejores condiciones para los niños que son dados en adopción y promover más esta opción dentro de la sociedad, con el fin de que las mujeres vean esta alternativa como una mejor decisión que el aborto? ¿Por qué no incluso poner el ejemplo y considerar la posibilidad de adoptar, cuando nos toque elegir crear nuestra propia familia? ¿Por qué utilizar el aborto como una curita a un cáncer estructural que va mucho más allá de embarazos no deseados? Hay todo un sistema previo putrefacto que se debe atender de manera integral, con el fin de prevenir el recurrir al aborto como la mejor opción.
Por otro lado, para muchas personas, independientemente de la razón por la que se decida abortar, sea por violación o simplemente por una decisión personal, darle a la mujer esta posibilidad significa darle el derecho de decidir “sobre su cuerpo”, pero en términos objetivos, cuando se aborta no se está decidiendo sobre el cuerpo de una misma, sino sobre el cuerpo de otro individuo que depende completamente de la mujer en la que habita.
Sí, cada persona puede decidir sobre su propio cuerpo… uno puede decidir qué comer, cómo vestirse, si hacerse tatuajes o piercings, y eso no le afecta a nadie más que a esa persona, pero cuando se habla de aborto, despenalizado o no, se debe reconocer que se está decidiendo sobre alguien más que también tiene dignidad por su condición humana, es decir, valor intrínseco, pero que por su condición temporal, no tiene la posibilidad ni capacidad de valerse por sí mismo. Independientemente de que el aborto no se penalice, se debe hablar con claridad y no se debe vender la idea de que abortar se trata de una mujer decidiendo sobre sí misma, sino de una mujer decidiendo sobre la persona que se está gestando dentro de ella.
A propósito de qué se puede hacer ahora, hace unos años, escribí un artículo en que puse que la despenalización era inevitable, y sí, tarde o temprano pasó. Por otro lado, también puse que la lucha de los pro-vida debía dejar de enfocarse en la penalización, y hoy, que la despenalización es una realidad nacional, lo sostengo.
A partir de hoy, lo que toca es educar acerca del tema, con información veraz, científica y con un enfoque humano.
Estés o no a favor del aborto, es fundamental que exista la información adecuada al alcance de todas las mujeres, así como las clínicas de aborto existen. Se debe educar tanto en las familias como en las escuelas sobre la sexualidad, las posibilidades de prevención de un embarazo y las consideraciones que hombres y mujeres deben tener al decidir tener una vida sexual activa, así como las situaciones que dentro de la sexualidad, atentan contra la dignidad humana y no se deben permitir ni normalizar, como los actos sexuales sin consentimiento de ambas partes.
También, se debe de educar respecto de las consecuencias físicas, mentales y emocionales de llevar a cabo un aborto, con el fin de que las mujeres que decidan hacerlo, conozcan a qué se están ateniendo al tomar una decisión de tal magnitud. Se debe tomar en cuenta que si bien muchas mujeres no quieren ser mamás, biológicamente estamos programadas para proteger la vida de nuestra descendencia, por lo que, realizar un aborto, va en contra de nuestra propensión natural a cuidar la vida de la persona que se forma en nosotras. Esto es importante porque al realizar un aborto, el acto no termina con la salida de la mujer de la clínica, sino que puede dejar secuelas de carácter psico-emocional, más allá de una posible afectación física.
Nos guste o no, abortar en México hoy es una posibilidad. Eso no lo podemos cambiar. Pero lo que sí podemos hacer es informarnos, no juzgar a quienes no comparten nuestra historia y nuestra opinión, con el fin de abrir puentes de diálogo y no cerrar la posibilidad de escucharnos, y buscar incidir de manera responsable en las personas que nos rodean, poniendo siempre en el centro de la conversación, el valor intrínseco de todos los seres humanos.
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